Louis-Ernest Barrias y su Pabellón Argentino, la historia

En Colegiales, Saavedra, Lugano y Villa Riachuelo hay obras del Pabellón Argentino presentado en la Exposición Universal de París de 1889.

Del brillo de París al paisaje sereno de plazas y bulevares en Colegiales, Saavedra, Lugano y Villa Riachuelo. En esos cuatro barrios hay varias esculturas que, además de valor artístico y hermosura, atesoran una historia que incluye turbulencias marítimas y un enorme desguace patrimonial.

La Agricultura, La Navegación y La República Argentina son, además de conjuntos escultóricos, monumentos a la supervivencia y a la resistencia. Se mantienen ahí, firmes ante el paso del tiempo.

La historia del Pabellón Argentino

Fue el símbolo de una Argentina rica y ostentosa, pero con demasiados pobres. Y supo lucirse junto a la Torre Eiffel en la Exposición Universal de París, cuando se celebraba el primer centenario de la Revolución Francesa. Aquel Pabellón Argentino que ocupó 1.600 metros cuadrados de terreno tuvo un final poco feliz: fue traído al país, durante un tiempo estuvo en la Plaza San Martín, pero terminó desguazado y hundido en la historia. En la última semana se supo que algunas partes de aquella estructura monumental, que habían integrado una herrería en Mataderos, están en un campo en Berazategui y a la venta. No es lo único que quedó: otras piezas escultóricas del Pabellón, aunque poco valoradas, aún sobreviven en la Ciudad.

Entre los tantos elementos lujosos que tenía, el Pabellón Argentino (realizado en 1889 bajo un proyecto del arquitecto francés Albert Ballú) presentaba en cada esquina grupos escultóricos hechos en bronce. Eran obra del reconocido escultor francés Louis-Ernest Barrias (1841-1905) y habían sido realizados en el taller de los hermanos Thiébaut, una tradicional fundición parisina que fue famosa en el siglo XIX y el primer cuarto del XX. Desde 1851, aquella empresa se dedicaba a la fundición de objetos de arte bajo la dirección de Victor Thiébaut, nieto del creador de esa dinastía de artesanos. La fundición existió hasta 1926.

Justamente, en ese lugar se hicieron esos cuatro grupos escultóricos que todavía enaltecen el patrimonio artístico de Buenos Aires, aunque muchos lo ignoren. Dos aludían a “La Navegación”; los otros dos, a “La Agricultura”. De los primeros, uno está en Avenida de los Incas y Zapiola (en Belgrano R) y el otro, en el centro de la plaza Sudamérica (la rodean las calles Guaminí, Itaquí, comandante Piedrabuena y la avenida Fernández de la Cruz), en el barrio de Villa Riachuelo. Los dedicados a “La Agricultura” se mantienen en el cruce de avenida San Isidro y Paroissien (Núñez) y en Riestra y Leguizamón (Villa Lugano).

Otra obra de lo que fue el Pabellón también sigue en la Ciudad, aunque no tan expuesta. El grupo escultórico se titula “La República Argentina” y estaba originalmente sobre el pórtico principal. Es obra del escultor francés Dominique Jean-Baptiste Hughes (1849-1930). Su figura central, una joven mujer apoyada sobre una vaca, tiene alegorías a la industria, el comercio, la agricultura, la ganadería y hasta el ferrocarril. Se encuentra en el Patio de Honor de la Escuela Técnica Raggio, en Avenida del Libertador junto a la Avenida General Paz, en Núñez. Igual que los cuatro grupos que están en otros barrios, fue instalada allí en 1934.

El Pabellón Argentino no sólo había sido diseñado y adornado por franceses. También todos sus materiales debían ser de ese origen, una exigencia de los organizadores de la Exposición. Lo que impusieron las autoridades argentinas fue la decisión de que fuera desarmable para después poder traerlo al país. Y para duplicar su superficie, le pusieron una segunda planta. Lo inauguraron el 25 de mayo de 1889 (justo ayer se cumplieron 125 años). En febrero de 1890 lo desarmaron y luego esas 1.690 toneladas fueron cargadas en el puerto inglés de Liverpool en una barca llamada Ushuaia. Llegó a Buenos Aires en noviembre de 1890.

Originalmente toda la estructura había sido embalada en 6.000 bultos. Pero en el viaje, una fuerte tormenta afectó a la barca y se tomó una dolorosa decisión: se tiraron al mar unos paneles que había pintado el virtuoso Paul-Albert Besnard (1849-1934), un destacado pintor, diseñador y escritor. Aquellas obras que terminaron en el fondo del Océano Atlántico fueron una especie de premonición sobre lo que iba a ocurrir con el resto del Pabellón Argentino.

Iniciaron su travesía en la Exposición Universal de París de 1889 en celebración del centenario de la Revolución Francesa. La Argentina presentó su Pabellón al pie de la torre Eiffel, obra del arquitecto francés Albert Ballú a pedido del entonces presidente Juárez Celman. Hecho en hierro y pintado en oro, sus esquinas lucían conjuntos escultóricos entre los que estaban La Agricultura, La Navegación y La República Argentina.

Tras la feria, el gobierno argentino quiso vender, sin éxito, el Pabellón. Entonces lo trajeron a Buenos Aires en barco. Luego de una tormenta en altamar, donde se perdieron varios objetos, fue rearmado en 1893 sobre Plaza San Martín y sirvió para la Exposición Internacional de Arte del Centenario en 1910 y se quedó ahí hasta 1932.

Después, para ampliar la plaza, desmantelaron el Pabellón y muchas piezas se perdieron en circunstancias que aún hoy rozan la leyenda. A todo ese desparramo, sobrevivió la escultura La República Argentina, obra original del escultor Jean-Baptiste Hugues, que se ubicó en el patio de la Escuela Técnica Raggio (Del Libertador y General Paz).

En cuanto a La Agricultura y La Navegación, realizadas por el escultor francés Louis-Ernest Barrias, “la Municipalidad tuvo la acertada idea de distribuirlos en ambos extremos de la ciudad”, relata Jorge Resnik, miembro de la Biblioteca de la Junta de Estudios Históricos y Culturales de Villa Lugano y Villa Riachuelo. Intervino entonces para el traslado la Secretaría de Obras Públicas que dirigía Amílcar Razori a fines de los años treinta.

En el conjunto La Agricultura cada estatua tiene un ángel femenino que toca la trompeta con gesto de triunfo y hay una mujer sentada con un blasón argentino y un arado manual. En Saavedra, está en el coqueto boulevard San Isidro Labrador al 4000 (misma altura de Cabildo). El pedestal tiene placas de bronce con el escudo nacional, el de la Ciudad y otra rectangular que cita la historia del Pabellón. La otra parte está en el boulevard de Riestra y Leguizamón, en Lugano. El pedestal luce un mural reciente, hecho por vecinos, con la imagen de Manuel Belgrano.

En La Navegación, cada estatua repite la figura alada del triunfo junto a un hombre de piernas cruzadas que luce el blasón argentino y un timón de dirección con el relieve de un pez. Una está sobre el boulevard de Zapiola y Los Incas, entre Belgrano y Colegiales. Al mástil lo rodea una cerca. Los vecinos suelen dejar flores. Al sur, desde marzo de 1936, Plaza Sud América de Villa Riachuelo (Fernández de la Cruz 6500) atesora la obra gemela. Está en el corazón del espacio verde, sobre un pedestal blanco y un playón de cemento. Ambas estatuas tienen la misma placa que evoca la historia del Pabellón Argentino, protagonista de la Exposición Universal de París de 1889.